Nuestra Historia
El Casino Jerezano S.C., entidad sin ánimo de lucro y parte importante de la sociedad Jerezana desde que se fundara en 1850, fecha un tanto tardía en comparación con el arraigo que este tipo de sociedades ya tenía en España.
Este retraso, según los estudiosos del tema, no es impedimento para que de inmediato se convierta en el principal referente de sociabilidad formal jerezana, asumiendo desde sus inicios la representación y la defensa de los intereses de nuestra ciudad. Y lo hizo organizando numerosas actividades, abriendo el espectro de los socios e integrándose con holgura en la vida del municipio.
El Casino Jerezano llegó a gozar de tanta popularidad y fama que, incluso algunas publicaciones de la época, lo reconocen como el principal casino de la ciudad y la institución que proporciona vida a la sociedad jerezana con su propia vida.
Se conocen algunos detalles sobre su fundación y sus orígenes que lo vinculan a un grupo de amigos dispuestos a disfrutar de las diversiones de la época sin renunciar a un cierto nivel de distinción. Su primera ubicación estuvo en una casa arrendada a Juan García Loanis en la calle Larga 40, local que fue adquirido en propiedad años más tarde y que acabará siendo su sede definitiva. Debido al crecimiento de sus actividades, en 1856, se consideró conveniente su traslado a la Casa del Marqués de Montana, una de las joyas del Barroco civil andaluz, sita en la alameda Cristina.
De nuevo, en 1863, la sede de nuestro Casino es trasladada a la calle Larga 50, aunque las obras emprendidas retrasan el asentamiento definitivo hasta años después. Edificio de estilo ecléctico mandado construir por Manuel María González Ángel, bodeguero fundador de la empresa González Byass, en la década de los setenta del siglo XIX para el Casino Jerezano y encargado al maestro de obras Andrés Cárdenas. Hoy es sede de una entidad bancaria. Emblemático palacete de estilo barroco, de equilibrada decoración y ornamentación muy profusa tanto en el exterior como en el interior. Del citado palacete, dijo su promotor e impulsor Don Manuel María González Ángel, al comenzar su construcción, “pretender un edificio que diera lustre al centro de la Ciudad”. Proyectado por el maestro de obras jerezano Andrés Cárdenas. Las obras finalizaron en el año 1864.
En el año 1877 fue vendido el inmueble por Doña Josefa González Soto, hija y heredera del bodeguero, a la Compañía Sevillana de Electricidad, siendo conocido desde entonces este inmueble como “la fábrica de la luz”. En los años 80 se volvió a cerrar este edificio, el cual estuvo a punto de ser demolido.
Finalmente, en 1878 vuelve a su primera sede en la calle Larga 40.
Respecto a los reglamentos de constitución, existen seis copias fechadas en 1851, 1861, 1875, 1888, 1898 y 1901, aparte de los contemporáneos. A través de ellos se observa su carácter apolítico – todas las ideas tienen allí cabida – y su afán expansivo que acoge a todos sin distinción de clases. Eso sí, contando como requisito imprescindible la buena conducta demostrada por el socio. Con el paso de los años los reglamentos van estableciendo aspectos variables y desaparece el propósito primigenio de apoliticismo. Se establecen también requisitos de entrada para los socios. La edad mínima es de 20 años y se prohíbe expresamente la presencia de niños y menores de 20 años, aun estando acompañado por socios. Respecto al gobierno interno se establecen, del mismo modo, novedades y cambios referentes al aspecto económico.
El Casino Jerezano aunque privado, siempre destacó por su afán de ayuda a la ciudad e involucración con su vida.
De estos datos se extrae también la idea de que la estructura del Casino es de la época moderna, de que su espíritu es totalmente democrático, su ambiente: cultural y amable y de que tienen cabida todas las clases sociales que deben alguna holgura al esfuerzo de su inteligencia o de su trabajo.
Las circunstancias económicas han obligado a buscar soluciones de supervivencia y entre ellas se ha optado por la venta de la sede de calle Tornería, 22. El Casino Jerezano comenzó de nuevo una nueva etapa en una sede distinta, también en el centro, tal como se pretende, dando continuidad a su larga vida según los tiempos que le ha tocado vivir. Esperando continuar ofreciendo a la ciudad, cultura, tradición, entretenimiento, arte y sobre todo fomentando la convivencia en un marco de armonía y concordia.